lunes, 24 de febrero de 2014

Un nuevo amigo


     Hace unos años, en un pequeño pueblo del estado de Nevada (EE.UU.), había un adolescente, llamado Sam Henderson. Era un chico normal, salvo por el hecho de que sufría abuso escolar en su instituto. Sam era tímido, callado, tranquilo, inteligente y un friki. No tenía amigos de verdad.
        
    Un día, después de clase, Sam estaba volviendo a casa, cuando tres de sus compañeros de clase aparecieron de un patio trasero de una casa. Eran sus abusones: Bruce Carter y sus secuaces, Jenkins y Larry.
   Al parecer, estaban esperando a Sam para pegarle una paliza. Intentó salir corriendo; sin embargo, Jenkins y Larry le atraparon. Mientras le agarraban, Bruce empezó a pegar puñetazos en la tripa de Sam.
   Cuando los abusones terminaron, metieron a Sam en un contenedor de basura. Aunque no estaba inconsciente, se encontraba débil y dolorido.
    Sam, con lágrimas en los ojos, intentó abrir la tapa del contenedor. Cuando consiguió salir, se dio cuenta de que no estaba en su pueblo. Miró alrededor. Sólo se veían árboles y rocas. El aparente bosque estaba bastante oscuro.
    De repente, un espectro salió tras un árbol.
    —¿Qué... Quién eres? —preguntó Sam asustado.
    —Hola, humano —dijo el fantasma—. ¿Qué estás haciendo aquí?
    —No lo sé —respondió Sam—. No tengo ni idea de cómo he llegado aquí.
    —Ya veo —dijo el fantasma.
    —¿Dónde estoy? —preguntó Sam al fantasma—. ¿Qué es este lugar?
    —No estás en tu mundo —respondió el fantasma—. No puedes permanecer aquí durante mucho tiempo, a no ser que quieras convertirte en algo como yo.
    —¿Qué puedo hacer? —preguntó Sam asustado ante semejante afirmación.
    —Sígueme —respondió el fantasma—. Conozco el sitio donde podrás volver a tu mundo.
    Sam le obedeció.
   Caminaron a través del bosque hasta llegar a una explanada. Había un hoyo en el medio.
    —Mira al hoyo que hay en el suelo —dijo el fantasma a Sam.
   Sam lo miró. El agujero era enorme, no pudo distinguir el fondo a causa de lo oscuro que estaba.
    —Ésta es la forma de regresar a tu mundo —dijo el fantasma.
    —¿Quieres que me tire a dentro del hoyo? —preguntó Sam sorprendido.
  —No —respondió el fantasma—. Los que tienes que hacer es cruzarlo usando esa cuerda como puente.
    —Pero, ¡es una locura!
    —Tienes que creer en ti mismo. Puedes hacerlo.
    Sam cerró sus ojos y empezó a andar.
    El fantasma le animó: —¡Vamos, Sam! ¡Puedes lograrlo!
    Cuando Sam se encontraba a mitad de camino, la cuerda se rompió.
    —¡No! —gritó Sam.
    Cayó sin remedio. La oscuridad le rodeó.
    A continuación, empezó a sentir dolor en su estómago. Gimió por ello y se dio cuenta de que estaba de vuelta en el contenedor de basura.
    Sam lo abrió y salió fuera.
    Los abusones aún seguían cerca de ahí. Estaban riendo y charlando.
    —¡Eh, Bruce! —gritó Larry—. Sam quiere más.
    —¡Jajaja! —rió Bruce—. Eres demasiado tonto, Sam.
    —¡Vamos a por él! —gritó Jenkins.
    —¡No! —espetó Bruce—. Él es mío, sólo mío.
    Jenkins y Larry permanecieron quietos, mientras Bruce se aproximaba a Sam.
    De repente, una luz blanca cegó a todo el mundo. Cuando cesó, Bruce empezó a hablar.
    —Sam —empezó Bruce—, quisiera disculparme por mi comportamiento. Lo siento, compañero.
    —¡Qué! —gritaron Jenkins y Larry.
   —Callos vosotros dos —dijo Bruce—. Siempre estáis conmigo porque soy más grande y fuerte que vosotros dos juntos.
    —Pero, Bruce, somos tus amigos —dijo Larry.
    —Sí, Sam es un perdedor —añadió Jenkins.
   —No, vosotros sí que soy unos perdederos y las personas más estúpidas que he conocido —sentenció Bruce.
    —Bruce, ¿entonces no quieres pegarme? —preguntó desconcertado Sam.
    —No, tu ahora eres mi amigo —respondió Bruce. Entonces, miró a Jenkins y a Larry—. Si tocáis alguna a vez a Sam, os mataré, ¿entendido?
    Asintieron con la cabeza.
    Bruce puso su mano sobre el hombro de Sam.
    —A partir de ahora, te protegeré, amigo —dijo Bruce.
    Sam le miró a los ojos, aún sin creérselo. Al instante, lo comprendió todo.
   —Después de todo, tú me salvaste de aquel maldito lugar —le susurró el fantasma con su nuevo cuerpo.


Notas:
Este relato corto fue escrito por Borja Fernández Retuerto, en colaboración con Almudena Rodríguez Valencia y Gema Sánchez-Román Jiménez, corregido por la profesora Clara Álvarez para la clase de inglés.
Si desea leer el relato en inglés, por favor, haga click en este enlace:
(If you want to read the English version, please, click this link)
http://csim-tellmemore.blogspot.com.es/2014/02/stories-written-by-students-new-friend.html

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